viernes, 9 de enero de 2009

Once, de sueños y rutinas…

Once, de sueños y rutinas…

Aquel cielo vestido de un azul
imposible seducía a la luna;
mientras las mujeres se despojaban
de sus ropas, la vida fue rutina.

La ciudad escupía sueños impropios,
el vago daba a luz nuevos poemas;
esos labios cansados de suplicar
se entregaban en luchas repentinas.

Las mujeres que habían olvidado
su tristeza, vagaban al fin libres,
despojadas de sus ropas son otras,
la desnudez exquisita de su piel
invitaba a la rara demencia.

El cielo con su azul imposible
dejaba entrever la contundente
derrota; quién podría parir locuras,
quién podría olvidar la fortuna
de conocer tal luna seductora.

Mucho más complejo es olvidarse
de los besos de la mujer amada;
y arrancarse del alma los versos
es morir antes de amar sin miedos.

La desnudez preñada de sus versos,
el vago de este cielo inquieto,
la ropa olvidada, las mujeres
que son libres; los sueños seductores
conforman esta rutina cansada.

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